En un mundo cada vez más saturado de opciones, convertir una idea en una marca innovadora y memorable es un objetivo deseado por muchos. Una marca que no solo logre destacarse dentro del extenso mercado, sino también posicionarse en la mente de los consumidores. En otras palabras, ser como el Google de los buscadores en internet, los Kleenex de los pañuelos desechables o el Starbucks de los cafés.
Durante este proceso, es común que los empresarios asocien la creación de una nueva marca con el diseño de un logo llamativo o la elección correcta de la paleta de colores. La mayoría asume que todo depende de esta decisión, pues finalmente es el símbolo de la marca y la base de esa identidad que acompañará los elementos tangibles de la misma.
Sin embargo, la realidad es otra. Si bien este es un aspecto importante, representa solo el primer paso en un proceso mucho más complejo y profundo. Una marca es el resultado de una estrategia empresarial y una planeación estratégica que permite definir su filosofía y promesa de valor, lo que marcaría el origen de su punto diferenciador. Esto es, la razón que motivaría a los clientes a elegirla por encima de la competencia.
Pero, ¿cómo se materializa todo esto? La construcción de una imagen de marca fuerte, sólida y coherente se logra a través de una estrategia de branding, que incluye un análisis detallado del panorama general: la marca, sus objetivos y su audiencia. Comprender a los consumidores es fundamental para identificar la personalidad de la marca, cómo se comunica, el contenido que crea, así como los aspectos psicográficos de sus clientes, las necesidades que satisface y las emociones que evoca.
Las marcas más valiosas y poderosas a nivel mundial son aquellas que han conseguido provocar emociones en las personas. Los resultados de diferentes investigaciones han demostrado que las decisiones de compra se toman principalmente desde las emociones. De manera que, los consumidores realizan sus compras por lo que es y representa una marca, más allá de los productos y/o servicios que ofrece.
Ahora bien, conectar con el público a nivel emocional no es posible sin una estrategia sólida, la cual debe basarse en un conocimiento profundo del público objetivo. Antes de cualquier acción de branding, es fundamental comprender a quién se dirige la marca, ya que esto influirá directamente en las decisiones estratégicas y en cómo se comunicará con su audiencia.
Esta última resulta fundamental, teniendo en cuenta que va a ser la manera en la que la audiencia asocie a la marca con los valores, las ideas y las emociones que justamente se buscan suscitar. La forma en que la marca se comunica con su público moldea la percepción que este tiene de la marca, y por ende, influye en su conexión emocional con ella.
Ahora te preguntamos, ¿tienes una estrategia o solo un logo? Posiblemente, sea el momento de empezar a consolidar una estrategia de branding, analizar el concepto de tu marca y su comportamiento para conseguir posicionarla en la mente del público objetivo como un referente en el sector.